Es algo que cada vez es más difícil,
el entregar un currículo en mano. Y es que hoy en día, la mayoría de los
empleos se ofrecen por la red o directamente son ofrecidos a personas conocidas,
por desgracia, válidas o no.
Miro mi perfil, y no consigo
ponerme un título que pueda definirme. Llevo bastante más de diez años
trabajando, y cada puesto de trabajo es diferente de los anteriores. Técnico en
instalaciones de sistemas de control distribuido conociendo los entornos atex,
operador de planta batallando con ácido sulfúrico, jefe de construcción de
parques fotovoltaicos, programador de aplicaciones informáticas para aumentar
el rendimiento de los parques, o para llevar a nivel administrativo, una
empresa de andamios, coordinador de seguridad en obras de construcción mecánica…y
entre medio, por si pudiese hacer algo un poquito diferente, pues a dar clases
de baile, programar un software para intentar montar una empresita propia, o
diseñar un sistema de riego por wifi y con placas solares aprendiendo un
poquito lo que es un arduino. Me reía el otro día definiéndome como una navaja
suiza, pero lo cierto es que sería una buena forma de hacerlo.
Desde que comenzó esto que llaman
crisis, parte de mi tiempo, estando o no trabajando, ha sido consumido en la búsqueda
de nuevas oportunidades de desarrollo profesional. Dos han sido los hándicaps que
me he encontrado principalmente.
En primer lugar, resulta muy complicado
encajar, al menos con mi descripción, en cualquiera de los perfiles que se ofrecen
en portales como Infojobs o LinkedIn. Perfiles extremadamente definidos y con
una exigencia de experiencia muy complicada de tener. “Se busca ingeniero
especialista en poner el tercer tornillo del motor de un avión de color verde…se
pide experiencia de 5 años en puesto similar…” Sinceramente, si tienes un
ingeniero de esas características y sabes qué si se va necesitar ese nivel de
especialización, ¿por qué no lo cuidas para que no se vaya?... ah, ya!… sueldo,
el mismo que un camarero…
En segundo lugar, jamás me han
llamado para interesarse, desde ninguna de las ofertas en las que he entregado
mi currículo. No solo es así, sino que en 5 o 10 minutos, mi candidatura era
descartada, y evidentemente nadie te da una razón…Uno comienza a pensar que
tiene algo malo. Incomprensible porque en ninguno de los puestos desarrollados
he recibido una puntualización negativa.
No obstante, no todo es negro,
hay luz detrás del túnel. Detrás de mi dilatada carrera buscando, he apreciado
claramente la evolución de la forma de seleccionar y ofertar, de muchas de las
empresas, o al menos las más grandes e importantes. La evolución según mi
percepción, ha sido la siguiente.
Primero se apoyaban en los currículos
que podían recopilar o recibir por diferentes vías. Posteriormente la búsqueda se
realizaba a través de las conocidísimas ETT, qué bajo mi punto de vista, únicamente
han encarecido los costes, sin repercutir en ningún momento en la persona que
realmente realiza el trabajo puramente dicho. Poco a poco, las empresas han
depositado su confianza en los reclutadores, especializados en identificar
valor entre los candidatos, incluso de aquellos que no se han inscrito en
ninguna oferta. No pocas veces ya, he
recibido el contacto o la llamada directa de uno de ellos, para ofrecerme un
trabajo. Curiosamente este tipo de trabajos no salen ofertados en la red,
debido a lo enrevesado de perfil que se busca o, si salen, es más difícil definir
las funciones a desarrollar que encontrar a la persona que las desarrolle con
las mínimas garantías. No importa no encajar totalmente…solo tiene que pensar
que lo harías bien.
La estrategia para la búsqueda de
trabajo ha evolucionado también. De la frustración constante de buscar día tras
día, ofertas de trabajos que puedan ser atractivas o simplemente, que puedas
servir mínimamente… a mostrarte a los reclutadores como lo que eres, un
trabajador capaz de realizar cuantas tareas se le pongan delante. Una persona
realmente proactiva, con capacidad de adaptación y ganas. El único “pero”
quizás, es el hecho de que, después de dar muchas vueltas, uno ya ve la
permanencia en un lugar concreto como un punto más a favor de una oferta con
respecto a otra, sobre todo cuando uno ve que la movilidad geográfica no se
valora lo suficiente.
Me encantaría encontrar un puesto de trabajo donde
pueda tener algo de proyección vertical, no donde sepas que, si no te vas, morirás
en el mismo puesto con el mismo sueldo. Siempre he querido vivir en Sevilla,
aunque sea de Huelva. Al menos en una etapa de mi vida, y en eso estoy,
intentando buscar un puesto en el que me sienta respetado y valorado con proyección
y en Sevilla…aunque creo que como no encuentre la lámpara de Aladino…